Los 8 tipos de mascarillas caseras de belleza que no te deben faltar
Todo lo que necesitas saber sobre el uso de mascarillas caseras de belleza
Las mascarillas caseras siempre pueden ser un buen aliado para darle a la piel lo que justamente necesita. ¿Piel seca? ¿Cutis graso? ¿Acné o necesidad de exfoliación? En este artículo aprenderás cuándo es necesario usar cada tipo de truco de belleza natural.
Las mascarillas caseras son todo un mundo en sí mismo. Hay una para cada necesidad que puedas llegar a tener y es necesario saber cuál usar, para qué función en particular y cómo utilizarla. Por eso mismo, esta recopilación te ayudará a entender este, en apariencias banal, pero bastante complejo mundo de las belleza artesanal. Así es como verás aquí todo lo que necesitas saber acerca de este tema.
Tipos de mascarillas caseras según el tipo de piel
Dentro de las mascarillas caseras para la piel, se puede hablar de tres grandes grupos:
- Las mascarillas para la piel grasa: Son aquellas que tienen astringencia, que están pensadas en reducir la grasitud del cutis y darle la sequedad que necesitas. Un buen ejemplo es esta mascarilla astringente de yerba mate.
- Las mascarillas para la piel seca: Son aquellas que apuntan, justamente, a que el cutis no esté tan reseco, tan falto de humectación e hidratación. Hará que se nutra mucho mejor y que la piel esté menos expuesta a las arrugas y demás cuestiones indeseables. Un buen ejemplo es esta mascarilla de maní o cacahuate.
- Las mascarillas para la piel mixta y normal: La piel normal es una piel que no necesita de ser llevada a un extremo para combatir un exceso o una falta de humectación. Por eso, lo mejor es aplicar mascarillas de mantenimiento, como esta mascarilla de melocotón.
Tipos de mascarillas para problemas específicos de la piel
Después, seguramente, te encontrarás con mascarillas que cumplen una función mucho más específica para la belleza de la piel. Estas están pensadas para tratar problemas puntuales, que requieren de una acción más detallada y no de ingredientes más "generales", que si bien pueden cumplir buenas funciones, no es la idea de estos casos.
Dentro de este grupo te puedes encontrar con:
- Mascarillas para la zona de los ojos: Esto incluye las mascarillas para las arrugas y para las bolsas de los ojos u ojeras. En el primero de los casos, apuntan a reforzar la piel que está fláccida y venida a menos, como podría ser esta mascarilla de clara de huevo para las arrugas. En el segundo, apuntan a desinflamar y hacer ver tu rostro más jovial, como esta de pepino. También algunas mascarillas para los ojos te podrán venir bien en líneas generales, para la zona de los párpados y aledaños.
- Mascarillas para el acné y los granos: Uno de los problemas más habituales de la piel son los granos, las espinillas, los barros y otros relacionados por el estilo. Estos se producen, habitualmente, por un exceso de grasitud en la piel y por poros demasiados abiertos, entre muchos otros factores. Es complicado dar con la opción indicada para cada piel y problema, pero esta mascarilla de patata y esta otra de aloe vera. suelen ser opciones más que válidas para tratar esta clase de inconvenientes.
- Mascarillas para las manchas: Las manchas de la piel, sean en la cara o en la zona del cutis que sean, son bastante complicadas de erradicar. Es que se deben a factores muy diversos, como pueden ser problemas de pigmentación, mala alimentación o exceso de exposición solar. Puedes probar habitualmente con elementos como el limón o el perejil. O con estas 3 mascarillas para las manchas de la piel.
- Mascarillas suavizantes: Son aquellas pensadas en dejar la piel bien suave, como su nombre lo dice. Sus ingredientes ayudan a humectar en la medida justa, a darle vitaminas, colágeno y otros elementos al cutis. Son nutritivas y dejan una sensación única en el cutis, como esta mascarilla de miel y aloe vera.
- Mascarillas exfoliantes: Son aquellas mascarillas que te ayudarán a que tu piel se vea liberada de las capas de células muertas que se acumulan en ellas. Generalmente están compuestas de un elemento líquido y nutritivo y de uno rugoso, que con los masajes circulares ayudan a desprender esa piel inservible que se acumula y deja un mal aspecto. Un buen ejemplo son este exfoliante de harina de maíz y este otro de fresas.
- Mascarillas reafirmantes: Estas mascarillas son ideales para ayudarte a que tu piel luzca más nutrida, elástica y en su punto justo de tonicidad. Un buen ejemplo esta mascarilla reafirmante de huevo y miel, dos ingredientes que siempre le vienen bien al cutis.
- Mascarillas para las manos: Las manos son una parte del cuerpo que suele estar muy expuesta a las inclemencias climáticas, al trabajo, los esfuerzos y demás cuestiones. Por eso mismo, su piel se suele arruinar bastante fácil. Esta mascarilla para manos resecas es ideal para darle otra vitalidad y brillo.
- Mascarillas para quemaduras solares: Es muy común que algunas personas se pasen de la raya a la hora de tomar sol en verano y no saben cómo hacer para que la piel deje de arder y vuelva a su normalidad. Para ello, nada mejor que darle mucha hidratación natural, con aloe vera, tomate y también una mascarilla casera de sandía y melón, que te ayudará a calmar ese exceso de febo estival.
Otros tipos de mascarillas que no son para la piel
Pero también existen muchas mascarillas que no son exactamente para la piel. Hay muchas para el cabello, por ejemplo, como esta de sábila (elemento casi omnipresente en el mundo de las mascarillas) o esta otra para cabellos débiles.
El mundo de las mascarillas caseras, como has podido ver, es realmente enorme y seguramente encontrarás una opción para cada problema que puedas llegar a tener. Cualquier ingrediente, esa verdura, esa fruta, hasta incluso el azúcar que tienes en la alacena, te podrán ayudar a preparar ese truco casero que te ayudará a lucir mucho mejor de lo que pensabas. Y, lo más importante, de una forma totalmente natural y económica. Sólo es cuestión de probar y animarse.
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