Los perfumes en vida de Jesús: El aceite de nardo
Los Perfumes en el Cristianismo
El aceite de nardo era un perfume sumamente valorado. Se fabrica a partir de los rizomas de la planta homónima, originaria del Himalaya y produce un óleo intensamente aromático.
El aceite de nardo, utilizado en la circuncisión de Cristo
Según la usanza judía, Jesús es circuncidado a los ocho días de nacido (Lucas 2:21). El Evangelio árabe de la infancia, de alrededor del siglo VII, completa la historia de este episodio:
Se lo circuncidó en la caverna, y la anciana israelita tomo el trozo de piel (otros dicen que tomó el cordón umbilical), y lo puso en una redomita de aceite de nardo viejo. Y tenía un hijo perfumista, a quien se la entregó, diciéndole: Guárdate de vender esta redomita de nardo perfumado, aunque te ofrecieran trescientos denarios por ella. Y aquella redomita fue la que María la pecadora compró y con cuyo nardo espique ungió la cabeza de Nuestro Señor Jesucristo y sus pies, que enjugó en seguida con los cabellos de su propia cabeza. (Cap. V)
¿Cómo se producía el aceite de nardo?
El aceite de nardo era un perfume sumamente valorado. Se fabrica a partir de los rizomas de la planta homónima, originaria del Himalaya y produce un óleo intensamente aromático. Era extraordinariamente caro porque para obtener un litro de esencia era necesario prensar más de 100 kilos de nardo.
Verdadera o no la historia que narra este evangelio apócrifo, lo cierto es que el Santo Prepucio se convirtió en una valiosísima reliquia durante la Edad Media y fue objeto de veneración, culto y disputa, ya que unas quince iglesias europeas aseguraban poseer el auténtico Santo Prepucio, y casi todas detentaban documentos que probaban la legitimidad de la reliquia cristológica, por cierto una de sus muy escasas reliquias corporales (Réau, 1996:268). Jacobus de Voragine narra, con reservas, que un ángel llevó el prepucio a Carlomagno (siglo IX) quien lo había colocado primero en el altar de la iglesia de la Bendita Virgen María en Aquisgrán y luego lo había transferido a Charroux. En época de Voragine, ese prepucio se encontraba en la iglesia de San Juan Laterano en Roma, donde se conservaba en una cruz de oro con piedras preciosas. El autor expresa sus dudas sobre la pretendida reliquia, argumentando que "ya que la carne pertenece a la verdadera naturaleza humana, creemos que cuando Cristo resucitó, la carne regresó a su glorificado sitio (Voragine, I, 1995: 77)." Esto es, que en su Ascensión, Jesús se llevó consigo todas las partes de su cuerpo.
De acuerdo con el Evangelio árabe de la infancia, ese valioso aceite de nardo, cuidadosamente guardado, es el que derramará María de Betania sobre la cabeza y pies del Señor días antes de su muerte.
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