Los perfumes en la muerte de Jesús

Los Perfumes en el Cristianismo

Si bien los judíos no practicaban el embalsamamiento —como los egipcios— preparaban a sus muertos con perfumes, ungüentos y óleos aromáticos, envolviéndolos luego con lienzos blancos.

Si bien los judíos no practicaban el embalsamamiento —como los egipcios— preparaban a sus muertos con perfumes, ungüentos y óleos aromáticos, envolviéndolos luego con lienzos blancos, antes de ser depositados en sus tumbas. Cuando Jesús muere, sus amigos se apresuran a bajar el cadáver de la cruz para tener tiempo de prepararlo y sepultarlo antes de que comenzara el sabat, ya que no les estaba permitido hacerlo en ese día dedicado a Dios. José de Arimatea y Nicodemo preparan el cuerpo con áloe y mirra. Pero el apresuramiento con que ungen el cadáver hace temer que éste necesite una preparación más minuciosa. Por ello, una vez finalizado el sabat, María Magdalena y las otras dos Marías se dirigen al sepulcro con "drogas perfumadas y ungüentos" (Marcos 16:1; Lucas 24:1) ya que en esa época era tarea de las mujeres la disposición del cuerpo de los muertos (Duby, 1996:31) y ellas probablemente consideraran que la unción de José y de Nicodemo no había sido suficiente.

A las tres Marías que concurren al sepulcro en la mañana del domingo se las conoce como las "mirróforas", o portadoras de mirra y son María Magdalena, María Salomé —que es la vieja partera a quien le había sido entregado en custodia la redoma con el aceite de nardo— y una tercera María, cuya filiación presenta dudas y contradicciones. El sepulcro está vacío: Cristo ha resucitado, pero el legado del mundo antiguo que relaciona religión y perfumes, encontrará en el cristianismo una nueva forma de contacto entre Dios y el fiel.

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